nicolas.boullosa:
desviación hacia ibort
nicolas.boullosa:
valle del río gállego
nicolas.boullosa:
la carretera hasta la aldea está asfaltada
nicolas.boullosa:
mejor caminar
nicolas.boullosa:
al fondo, la casa de nuestro anfitrión, ricardo
nicolas.boullosa:
reminiscencias pasadas, con un cierto toque contemporáneo
nicolas.boullosa:
huerta
nicolas.boullosa:
la era junto a la casa de ricardo
nicolas.boullosa:
la aldea había sido abandonada, como otras tantas decenas en la misma zona
nicolas.boullosa:
kirsten dirksen, rodando en ibort, huesca
nicolas.boullosa:
ibort, al fondo
nicolas.boullosa:
prohibido el paso (¿un modo de pedir respeto y derecho a la intimidad?)
nicolas.boullosa:
camino
nicolas.boullosa:
los vecinos de la aldea han colocado una señal de prohibido el paso en esta calle
nicolas.boullosa:
muro de lanchas, con la iglesia al fondo
nicolas.boullosa:
tejado tradicional
nicolas.boullosa:
huerta
nicolas.boullosa:
las casas de la zona tienen una planta contundente, al estar acondicionadas para el severo frío invernal
nicolas.boullosa:
calleja
nicolas.boullosa:
un vecino
nicolas.boullosa:
aguas abajo del río gállego, empieza la sierra de guara, cuyo límite septentrional se divisa desde ibort (al fondo)
nicolas.boullosa:
geometría romana
nicolas.boullosa:
piedra y lanchas
nicolas.boullosa:
kirsten dirksen, caminando junto a la iglesia de ibort
nicolas.boullosa:
ibort celebra varias actividades sobre ecologismo y etnografía pirenaica, y está preparada para acoger a visitantes esporádicos
nicolas.boullosa:
espacio para la lumbre
nicolas.boullosa:
para sentarse al fresco
nicolas.boullosa:
fuente
nicolas.boullosa:
sombra que invita en verano
nicolas.boullosa:
otra toma de la iglesia